DEL WOK A LA MESA

El wok surgió de la necesidad de cocinar alimentos con poco combustible, de ahí su forma, es como una sartén grande y profunda diseñada para difundir el calor desde su base cóncava, así se reduce el tiempo de cocción. Por esta razón también se cortan los alimentos en trozos pequeños para cocinarlos y se remueven de forma constante, movimiento conocido como ‘wok hei’.

Este utensilio se convirtió en el recipiente básico para cocinar, permitiendo todos los tipos de cocción, freír, cocer al vapor, saltear, hervir… pero uno de los métodos de cocción más valorados del wok es poder cocinar sin añadir apenas grasas (aceites) y su rapidez en la elaboración.

Esto proporciona otros beneficios, pues al reducir el tiempo de cocción y las grasas se consigue una cocina saludable. Los vegetales hechos en el wok resultan crujientes y muy apetecibles, conservan más vitaminas y minerales que utilizando otros métodos de cocción más largos, y por supuesto, también se nota en su sabor.


Comprar un wok puede no ser tan fácil, los hay de hierro fundido, de acero inoxidable e incluso de aluminio. Cada usuario deberá valorar cuál es el que más le conviene, el último por ejemplo se calienta rápido, pero igual de rápido pierde el calor. El hierro fundido es muy pesado, pero es uno de los materiales más empleados y da garantías de durabilidad, también el wok de acero inoxidable, otro material de calidad.




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